“Reconciliados para reconciliar”
Para ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios. A todos, creyentes y no creyentes,
En agosto de 2013 así se expresaba el Papa en una entrevista a la revista “Civiltá Cattólica”: “Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor, cercanía y proximidad a los corazones de los fieles. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras la batalla. Lo más importante es el anuncio primero: ¡Jesucristo te ha salvado!”.
Consideramos a continuación cuatro puertas que, deben quedar abiertas siempre en cada uno de nosotros:
1. La puerta de la mansedumbre:
“Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la tierra”, nos dice Jesús. La mansedumbre apacigua la ira interior que nos produce el que alguien nos contradiga, piense distinto, o actúe con violencia contra nosotros. La mansedumbre nos hace poner “la otra mejilla” a quien nos ofende.
2. La puerta de la oración personal:
La oración consiste en la búsqueda clara de la voluntad de Dios. No es decir muchas cosas a Dios, sino dejar que Dios me diga cosas. En esta perspectiva, la oración cristiana es ante todo escucha para llegar a acoger una presencia, la presencia de Dios Padre.
3. La puerta de las actitudes de vida:
...Ojos abiertos, corazón compasivo, hechos más que palabras, donación, generosidad. Cuando somos capaces de descentrarnos de nosotros mismos y nuestros intereses, de descubrir una necesidad en el otro a nuestro lado, y de responder con generosidad, esto, más que un comportamiento concreto, es una actitud de vida.
4. La puerta del Sacramento de la Reconciliación, de la Misericordia:
Ya que la Palabra de Dios nos revela a todos como pecadores, necesitados continuamente de conversión y de reconciliación.
El confesionario será la Puerta Santa del alma reconciliada y perdonada por Dios. Siempre será el sacramento de la Reconciliación la ocasión para un encuentro vivo y verdadero con Cristo misericordioso.
Cuaresma nos mueva a ser en los diversos ambientes en los que nos movemos, instrumentos de reconciliación y sembradores de paz. Que nuestros actos cotidianos den cuenta de la certeza que tenemos los cristianos: la certeza de la victoria del amor ante el odio y de la paz ante la guerra.
Te proponemos un itinerario cuaresmal que te ayude a REPRODUCIR las actitudes y sentimientos de Jesús en tu vida, y puedas dar tu aporte joven a la construcción de la PAZ.
PRIMERA SEMANA: Stop para REVISAR “Me pongo a la escucha de lo que Dios quiere en mí todos los días”.
SEGUNDA SEMANA: Play para CAMBIAR “El mundo puede ser un poco más transfigurado si yo soy el primero que cambia”.
TERCERA SEMANA: Pausa para REPARAR “El gozo de sentirme perdonada por Dios, me lleva a reparar mis relaciones con los demás”.
CUARTA SEMANA: Adelantarse para SERVIR “Un corazón en camino de conversión no pasa INDIFERENTE ante las necesidades de los demás”
QUINTA SEMANA: Apagar para VER “AYUNO para solidarizarme con los que sufren y para dejar de auto-complacerme”.
La cuaresma es un tiempo donde estamos invitados a escuchar la voz de Dios que nos compromete a prepararnos para la Pascua.
Pero para empezarlo a vivir de la mejor manera es importante ponerle STOP a tanto ruido y a distintas situaciones que pueden estar distrayendo nuestra atención de la propuesta de Dios para nuestra vida.
Una vez habiéndole colocado STOP a tu corazón y habiéndolo confrontado con la Palabra de Dios es bueno empezar a caminar en esta segunda semana de Cuaresma, dándole PLAY a gestos concretos que hablen de tu buena voluntad de conversión. No se trata de cambios extraordinarios, la conversión sucede cuando el ser humano deja que Dios toque el corazón y lo transforme; y ello es tarea de todos los días. La conversión es de todos los días.
La cuaresma es un tiempo ideal para ponerle PAUSE al corazón y restablecer aquellas relaciones rotas o que por nuestra pobreza humana se han debilitado. Es una buena contribución a esa PAZ que queremos construir.
Trabajar por la PAZ es de antemano, destruir las barreras, las divisiones, la indiferencia y esforzarnos por establecer relaciones no violentas, pese a la diferencia que es inherente a los seres humanos.
Una de las cosas más maravillosas, sin duda alguna, es estar con Jesús, pero permanecer allí, sin ampliar la mirada hacia el hermano es en cierto modo una acomodación espiritual, una relación intimista, que se llega a convertir luego en una especie de “autoreferencialidad”, diría el Papa Francisco. Para el cristiano vivir en Jesús es vivir por Él, y al vivir por Él no me puedo encerrar en mi mundo.
En esta cuarta semana de Cuaresma, la invitación es que te ADELANTES para SERVIR.
El Señor una vez que estamos con Él nos lanza a ser buenos samaritanos al encuentro de los hermanos, especialmente los más necesitados.
Hemos iniciado la última semana de Cuaresma en la que estás invitada, invitado a APAGAR tu mente y muchos de tus sentimientos y deseos para afinar la mirada y VER con mayor sensibilidad las necesidades de los hermanos. En otras palabras, te invitamos a prepararte con mayor conciencia a la Semana Santa con el AYUNO.
